Introducción.
El mundo del cómic es tan justo e injusto como el mundo en general. En él se dan casos de autores de talento que no tienen éxito y viceversa. Pero, en ocasiones, un artista no es reconocido por su autentica valía, sino por un trabajo accesorio.
Hoy hablaremos de Don Martin, una artista extraordinario que se tuvo que ganar algunos centavos en la revista MAD, pero que apuntaba a lo más excelso del firmamento creativo. Su cruel destino (y un poco de pereza personal) no le permitiría realizar la obra insigne para la que estaba llamado.
Sus propios compañeros de MAD Magazine le consideraron a lo largo de 31 años la luz que iluminaba su sendero de la clarividencia humorística. Se trata de un personaje de características inimitables que empezó por lo políticamente incorrecto y termino por lo incorrecto políticamente.
Don Martin (1931-2000) practicaba el humor gráfico, pero no le prestaba demasiada atención, quizás, por estar muy por debajo de la exigencia de su listón artístico. Un fenómeno de sus características aspiraba a cruzar todas las barreras, aspiraba en definitiva al Parnaso pictórico.
A todos les parecía fácil su forma de trabajar, pero nadie sabía imitarle. Entre sus máximo logros figura la onomatopeya del hundimiento de un edificio (“¡¡FAGROOOOOM!!”). que fue utilizada en el 2008 por muchos medios periodísticos anglosajones en relación a la crisis financiera y que visto como se vuelven a repartir nuestra pasta (por muy diversos medios), volverá a ser utilizado muy pronto.
Para la historia quedan sintagmas y exclamaciones inolvidables como: KACHUNKA-KACHUNK”, “TIKKA-TIKKA-TIKKA”, “SPLISHIDY-SPLASH” etc...
Era capaz tanto de dibujar personajes ligeramente grotescos como formas atractivas e incluso voluptuosas, aunque en estas últimas no se detuvo demasiado, a pesar de su facilidad intrínseca para representar mujeres bellísimas.
Sus personajes adoptan posturas siempre contenidas, huyendo de la estridencia y con características un poco mayestáticas. Su trabajo menos profundo hizo reflexionar a varias generaciones de norteamericanos y foráneos.
(...y aunque siguen reflexionando, no ha quedado todavía muy claro las consecuencias de esa reflexión.)
Le gustaba acompañar a sus compañeros de MAD en todo tipo de festejos y viajes a cualquier parte del mundo (Cuba, Tahití, Praga) , cuando podría haber ido solo, sin ningún tipo de esfuerzo.
Pero en el trato directo y personal, Don era arrebatador. Su humor corrosivo formaba parte de su conversación, pero no se abría fácilmente y algunos recién llegados a su vida se sentían un poco defraudados de que no fuera el vivo retrato de la obra que realizaba.
Hay que decir también, que algunos que le conocieron le veían un poco retraído, lo que es normal en los genios de su categoría. Pero, desde luego ayudaba a todo el que se cruzaba en su camino y era considerado una especie de hada madrina en el mundo del cómic norteamericano.
Amante de la literatura epistolar escribía hermosas cartas desde los sitios más insospechados, manteniendo muy buena relación con casi todo el mundo, menos con los que le caían mal (como hace casi todo hijo de vecino).
Esta sencilla semblanza humana sirve para dar paso a lo que realmente importa, que no es otra cosas que su valía artística. Nos introducimos ahora en la obra del que es sin duda uno de los artistas más importantes del s. XX (sin exagerar).
La valía pictórica de Don Martin (sus aportaciones)
Don descubrió la pintura tarde y fue por motivos profesionales. MAD realizaba extras que requerían una temática única, por lo que todos sus dibujantes debían de emplearse en ellas.
Aunque había practicado el retratismo (vean un ejemplo del que hizo a un grupo musical ingles de cierto exito en la época), su naturaleza no le permitía hacer las cosas superficialmente y no fue hasta sentirse perfectamente forjado en las diversas técnicas necesarias (anatomia, perspectiva, cromatismo), que se introdujo en lo que sería su más grande obra: la interpretación de otros artistas(cosa que ya había hecho Picasso).
Realizó una muy notable versión de la obra de un pintor sudamericano (un tal Botero, como el de las cuevas), dando buena medida de su capacidad de adoptar un tema ajeno y llevarlo a su propio terreno aportándole todo tipo de enriquecimientos cromáticos.
Ya seguro de sus propios medios, afrontó la adaptación de una obra flamenca (flamenca de Holanda). La codicia con la que un tal Rembrand reflejó a sus retratados, paso en manos de Martin en convertirse en sutiles y delicados toques de humanidad entre los integrantes de la cofradía textil.
Ponemos las dos versiones para poder distinguir con claridad la diferente calidad pictórica entre los dos autores y poder apreciar la superioridad en todos los terrenos de la recreación de Don Martin. ¡Qué importa que el autor americano realizara su obra unos pocos años después, si su versión es evidentemente superior!
Atacó con posterioridad a la madre de un tal Whistler (en sentido figurado). Esta mujer ejerce una atracción notable en infinidad de gente, pues hasta Mr. Bean cuando estuvo en América le dedico un largometraje. Si nos fijamos bien, aunque seria, parece una mujer con clase y atractiva.
Del cuadro de Martin cabe destacar el delicado cruzado de pies, muy superior al del cuadro original del hijo de la Sra. Whistler, en el que apenas esta insinuado. Igualmente el gesto de la Sra. es mucho más profundo desde el punto de vista psicológico, e indica una profunda vida interna en la recreación de Martin. Tocado en esa época por todas las Musas, Don todo lo convertía en belleza pura.
Enfrentó un nuevo reto con un cuadro que había alcanzado una cierta notoriedad en un museo de Chicago y que sale en todas las cajas de bombones y chocolatinas, aunque la verdad no es para tanto, con un título que tampoco aporta gran cosa. ¡Un nuevo éxito en todos los terrenos!
Don en sus reinterpretaciones decidió tocar un tema rural. Escogió entonces un cuadro casi desconocido (al que él daría relumbrón) de una pareja del campo norteamericano, que como todo el mundo sabe es distinto del de aquí. Lo que es agrio en el cuadro original, en manos de Martin se transforma y transfigura, alcanzando niveles de brillantez pocas veces igualado. Don Martin había alcanzado su culminación como artista.
Para que vean la diferencia, hemos incluido la foto de los retratados, difícil de distinguir el parecido porque la mujer iba a la peluquería con mucha frecuencia (aunque a su marido no parecía importarle). Incluso la semejanza con el modelo es muy superior en la obra de Don, aunque fue realizada con posterioridad.
El peregrinaje del artista recaló en esos momentos en un cuadro de Goya y aquí sí que se cubrió de gloria. Lo que es vulgar y anodino en el cuadro del aragonés, en Don Martin se torna brillantez, control e inteligencia creativa. Por ejemplo, los gatos denotan una notable mala leche en el cuadro del español, mientras que en el del norteamericano observan con lejanía e indiferencia. Igualmente reseñable es la mirada de inteligencia que Don supo imprimir tanto en los ojos del niño como de la urraca.
Don decidió en ese momento de máximo esplendor que necesitaba afrontar el reto de un desnudo femenino, tema complicado desde el punto de vista pictórico. Para ello utilizó un cuadro de un tal Boticelli (pintor italiano muy conocido en su país) y le dio otro enfoque y tonalidad. Y aquí es posible que nuestro admirado autor se quedara un poco corto. Si bien el cuadro es de buena factura, quizás se ciñe al modelo italianizante en exceso. En fin, un fallo lo tiene cualquiera. En cualquier caso la calidad técnica queda fuera de toda duda.
Para los curiosos que no conozcan el cuadro mitológico (que suponemos serán la mayoría) en el que se inspiró la obra de Martin, lo incorporamos en esta entrada y nos ha costado bastante encontrarlo.
Rematamos esta sección del articulo con una de sus principales características del autor, convertir en oro todo lo que tocaba (incluidos los cheques de MAD). Como ejemplo ponemos la versión de un cuadro de un famoso militar norteamericano que sale en todos los billetes de a dolar (los mas falsificados del mundo). Curiosamente el cuadro no pudo ser terminado por falta de pago y Martin por respeto a su colega, lo dejo igualmente inacabado (aunque ahorró un poco de espacio).
Las derivas artísticas (versiones literarias)
Don descubrió llegado un determinado momento que el ámbito de las versiones pictóricas no cubría la potencial panoplia artística de lo que deseaba realizar y todo se le estaba quedando un poco pequeño, así que ni corto ni perezoso, empezó a realizar versiones de los grandes de la literatura universal.
Una de las que alcanzó más fama en su época fue esta versión de Robinson Crusoe. Es importante indicar que las dudas del protagonista se ven incrementadas al ver la aparición de la huella en la playa y en ese sentido Martin dotó a su criatura de un aspecto reflexivo notable. El loro (que por cierto ha pedido los colores) parece unirse a los pensamientos e interrogantes de su dueño.
Este había sido un tema muy querido por el autor, que lo había ya utilizado en alguna ocasión que otra. Parece decirnos Don que las apariencias engañan y que no siempre nos vamos a encontrar con lo que esperamos. Así pues, nos aconseja prudencia.
Don no rechazó nunca el compromiso ni el riesgo a la hora de emprender nuevas obras; véanlo sino en esta adaptación de Hamlet. La, quizás, un poco forzada postura del príncipe de Dinamarca y la sorpresa del sepulturero, ayudan a dar profundidad al conjunto. Colabora en romper la tensión dramática que el cráneo sea articulado y con cuerda (manteniéndose en funcionamiento durante la amplia duraciçon del monólogo más famoso en la hisoria del Teatro Universal). ¡Version inolvidable para todo el que la haya visto!
Esa capacidad innata de asumir riesgos, también puede verse en la versión de algunas leyendas e historias populares que habían calado en el corazón del público. Dando un salto mortal en sus adaptaciones Martin afrontó la compleja relación padre-hijo de Guillermo Tell.
Igualmente puso el enfasis en la camaraderia de los alegres compañeros de Robin Hood, en sus habituales paseos matutinos por el bosque.
No tenemos más espacio, pero para los que les haya gustado esta entrada, les recomendamos las obras completas del autor en MAD, que por cierto pesan bastante (3 kg).
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