5/2/11

EL COLOR EN EL CÓMIC.- DANIEL TORRES EN MARTE


EL COLOR EN EL COMIC (II).- DANIEL TORRES EN MARTE.

Daniel Torres fue calificado por muchos a finales de los 80 como 'la gran esperanza' del cómic español, cuando su desarrollo gráfico parecía no tener techo.



Valenciano, de Teresa de Cofrentes (1958), lleva la luz y el color de Levante en la masa de la sangre y supo generar un estilo agradable, moderno y comercial.


Su mestizaje y eclepticismo son de amplio espectro. Sus referentes, abarcan, según sus propias palabras, desde Breccia, Pratt o Tardi hasta McCoy (El Hombre Enmascarado).

En lo literario le gusta citar la novela negra y a los grandes maestros de la narrativa de aventuras del s. XIX: Verne, Stevenson, Conrad, Salgari y London. Evidentemente a Daniel Torres no solo le gusta dibujar, también le gusta contar historias.


Terminó con brillantez la carrera de Bellas Artes en Valencia (aunque iba para arquitecto, como se puede apreciar en su obra) y desde entonces enfocó su carrera en el mundo del cómic y la ilustración.
Así que la segunda vocación de Torres, la arquitectura, está presente en buena parte de su obra y de muchas maneras distintas.




Quedo subyugado por los aromas que le llegaban desde Barcelona a principios de los años 80 con Nazario, Max o Gallardo. Dado que encontró fácilmente el camino hacia la publicación  de sus obras en 'El Vívora' (publicación y cobro), pudo tener una continuidad en las publicaciones mensuales de aquellos años y terminaría encontrando su mejor acomodo en la revista 'Cairo'.


La ironía parece un elemento fundamental en sus trabajos. Ello hace que se filtre un cierto perfume de posmodernismo en lo que nos cuenta, pero sin llegar a lo vitriólico. Solo en el distanciamiento y el escepticismo de algunas de sus obras.


Su rápida aceptación en el medio, le dio una confianza total en sus posibilidades, y por lo que se puede apreciar en relación a los editores, esa confianza ha resultado contagiosa a lo largo de toda su carrera.


Su grafismo, absolutamente personal, reune un poquito de 'la movida', otro poquito de Calatayud, una cuarta parte de línea clara y unas gota de marrasquino de 'La saga de los Aznar', serie de cuadernillos de ciencia ficción publicada en España a finales de los años 50 (que, por cierto,  no tenía nada que ver con la política).

 Pero esta definición está sujeta a los vaivenes estilísticos que ha ido experimentando el dibujante. En unos tiempos había más cosas de las indicadas que en otros. En todo caso hay que manifestar que en relación a los profesionales no tiene punto medio, a algunos les gusta y a otros no.  
Su estilo ha sido cambiar de estilo. Incluso sus personajes principales han experimentado notables cambios físicos y gráficos. Su marca de la casa estaba siempre en movimiento y es posible que alcanzara su cenit en el cuarto álbum de Roco Vargas (Las estrella lejana).


Pero a partir de ese momento algo extraño empezó a pasar, y ese 'algo' afectaria notablemente al desarrollo de su obra posterior.

Con 'Opium' y 'Roco Vargas', Daniel Torres impactó tanto en el panorama internacional que fue reclamado por editoriales y editores ajenos a nuestro país. Pero las cosas en ese sentido no acabarian de ir bien del todo y en ellos no llegó a cuajar por motivos complejos de reseñar.

Incluso con Opium intentaría introducirse en forma de comic-book en los mercados frances y norteamericano. Dado el volumen de trabajo, Torres realizaba las portadas y dirigia la serie, mientras otros la dibujaban ('Incha' y Ramon Marcos). La experiencia no debió de ser muy gratificante porque, segun sus palabras, le enseñó 'lo que no debía de hacer'.

Desde el punto de vista profesional, su trabajo ha sido diverso y pendular. Dentro del cómic le vimos como colocaba a Dios y al Diablo (El octavo día) en unos estudios de cine abandonados (como los que le gustaban a Fellini), para contar historias que es lo que  Torres prefiere.



Le hemos visto también hacer un Dinosaurio (Tom) con un enfoque entre infantil y comercial. Sus trabajos a estas alturas comenzaban a separarse del cómic y se dirigían hacia zonas mucho más lucrativas (animación, diseño e ilustración) que el depauperado mundo del que provenía.


El cambio de decorado hizo que su estilo se modificara en exceso hacia la estandarización gráfica, y quizás perdiera las bases en las que se asentaba hasta ese momento.


Su nueva forma de interpretar su trabajo, parecia más enfocada a la captación de los nuevos mercados que a cualquier tipo de replanteamiento en su universo gráfico. 
 
Quizás por ello encontró incuestionablemente su mejor nicho ecológico en las revistas y editoriales norteamericanas, para las que ha realizado infinidad de trabajos (Esquire, Premier, Playboy, DC) y donde repetiría en multitud de ocasiones por su estilo agradable y novedoso.

Sin embargo, sus trabajos para Francia (El Ángel de Notre Dame) no llegarían a tener el filo gráfico que le era propio. Su carrera fue derivando hacia otros entornos y hoy en día es poco frecuente verle en el mundo del cómic.


Pero en su peregrinaje por el cómic, nos dejó obras interesantes, y entre estas cabe destacar sus historias cortas, que fueron publicadas en la época por las revistas especializadas de media Europa. Como todas han desaparecido, hoy en día, este tipo de trabajos serían de muy difícil publicación.

Para nosotros su mejor obra es Roco Vargas, aunque en sus últimas entregas no parece encontrarse en la mejor forma. Los cambios y metamorfosis parecen haber conducido a un fondo del saco gráfico. Atras quedan los cuatro primeros álbumes donde las novedades, en todos los sentidos, se sucedian a velocidad de vertigo.

Escarbando entre antiguas publicaciones, hemos encontrado esta auténtica joya del año 1992. Se trata de una adaptación 'sui generis' de un cuento escrito por Ray Bradbury e incluido en 'Crónicas marcianas', posiblemente su obra de mayor éxito.

Definitivamente a Daniel Torres le gustan los paisajes y personajes intergaláctico y con ellos a hecho buena parte de su carrera. Pero en este caso le añadió a su receta un ingrediente que hasta entonces no había utilizado mucho, la melancolía.
Lo sacamos a colación por dos motivos, el primero para indicar que los dibujantes no son máquinas de crear cosas perfectas y que aunque alcancen un nivel profesional, no siempre pueden estar en lo alto del 'candelabro', como a ellos les gustaría.




El segundo, y principal, es que este cuento tiene un tratamiento del color que nos parece fuera de serie, aportando a la historia una profundidad y legibilidad extraordinarias.



Daniel Torres, a base de suaves acuarelados, consiguió crear toda una atmósfera que nos hace creíble lo increíble. Los colores han sido medidos al máximo y estamos convencidos que el dibujante se planteó este trabajo como algo muy especial.

Lo hemos querido poner como ejemplo de ambiente y entonación, ya que cada plancha forma una unidad de significación cromática, adaptada como un guante al desarrollo narrativo. Por ello hemos decidido ofrecer la presentación de una en una.



Esta obra apareció en varios sitios, pero especialmente queremos recomendar un libro interesantísimo en el que se encontraba incluida, se titula 'Veinte años de cómic'.


Fue publicado en 1993 por la editorial Vicens Vives en su colección 'Aula de literatura' y cuenta con varias ediciones posteriores. Contiene además de esta obra, otras muchas dignas de ser recordadas, junto a un análisis teórico en profundidad sobre el desarrollo histórico del cómic. 



Para los interesados en la vida y obra de Daniel Torres, les recomendamos una muy amplia entrevista aparecida en la revista U (Nº.-25 - año 2000), realizada por Santiago Garcia y donde el autor comenta ampliamente algunos temas que aquí solo han sido esbozados.


Y ahora pasemos a ver una de las pequeñas obras maestras (o grandes, según se mire) del cómic español.
                                                           









Incluimos a doble página (para nuestros amigos que no saben español) la versión norteamericana.
Ha sido adecuada en formato con la tira posterior y aunque el color no es tan bueno como el de la edición reseñada,  resulta curiosa de ver. Todo ello como una gentileza de nuestro amigo Jesus Duce.
También, para aquellos que quieran tener una idea aproximada de que tratan las 'Cronicas Marcianas', les recomendamos una dirección que contiene un resumen de cada uno de los cuentos.

                                                 http://www.alt64.org/wiki/index.php/Cr%C3%B3nicas_marcianas









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ANEXO
Hemos querido complementar esta entrada con un pequeño articulo del propio autor, aparecido hace ya muchos años, en el coleccionable dedicado al comic del periódico 'El País'.


Cuando llega a mis manos un papel blanco, vaccío, suele traer consigo la imperiosa necesidad de ser llenado. Por eso, si fuera yo un apasionado me volcaría sobre él con avidez creadora. En cambio, la verdad es que me dan ganas de apartarlo y largarme a tomar una cerveza o meterme en el cine.

 
Pero igual que no puedo evitar esa inapetencia, no en­cuentro la forma de amarrar el tropel de embustes, fábulas, trolas, maquinaciones, fanta­sías, cuentos, bolas y mentiras que salen de mi cabeza atraídos por ese polo norte inmaculado.

Creo que empecé a contar mentiras antes que a hablar, y me dio igual que un señor de ideas negras y cuello blanco me amenazara con el infierno si se­guía por ese camino. Cada mentira era un pecado venial (si no era muy gorda), pero tres de ellos hacían uno mortal, y con éstos no se jugaba. "Si no puedes vencerlas, únete a ellas", debí proponerme, y des­de entonces he estado muy ocu­pado aprendiendo a contarlas.
No es fácil, pero sí divertido; quizá por eso me encuentre siempre con algún papel entre manos. Por cierto, nunca he conseguido meter en ese papel una sola cosa cierta, segura­mente porque es más difícil de­cir verdades que pecar.

Y así sigo, amasando una fortuna en pecados. En el futu­ro, me veo siempre allá abajo, metido en un caldero grande, mirando divertido cómo dos diablillos color magenta remue­ven sus largos tenedores en el agua bulliciosa.

                                                                                           DANIEL TORRES

11 comentarios:

tristan dijo...

Preciosa historia y precioso post. Me acuerdo cuando salió en Cimoc que me pareció una maravilla. Torres es uno de los grandes y su El octavo día es una obra maestra del comic español. Últimamente me gustó mucho Burbujas, curiosamente en blanco y negro. Un grande.

Jesús Duce dijo...

Maravillosa y necesaria entrada de uno de nuestros autores más importantes.
Las aventutas de Roco Vargas siempre me han parecido plenas de originalidad y virtuosismo. Sus planchas son verdaderamente hermosas y fascinantes, para estar mirando durante bastante tiempo.

Respecto a "Encuentro nocturno", debo decir que la versión de Torres es sencillamente fabulosa, extraordinaria.
Si no recuerdo mal, Bradbury llegó a dar el visto bueno al trabajo de Torres. Lo cual no me extraña en absoluto, dado que Torres se adapta casi mulagrosamente a la sensibilidad del gran escritor de Illinois.
Por cierto, "Encuentro nocturno" se trata de uno de los relatos más bonitos que he leído nunca.
La verdad es que Bradbury tiene varios cuentos de una belleza apabullante.
¿He dicho ya que Bradbury es uno de mis escritores preferidos, y del que tengo toda su obra en español?

CHT-CÓMIC-HISTORIETAS-TEBEOS dijo...

TRISTAN:

Indudablemente Torres supuso una renovación del cómic español, pero su evolución siempre nos pareció en picos de sierra. En cuanto a su última época quizás ha perdido algo de su mordiente.
Dicho lo cual, la historia que presentamos siempre nos ha gustado mucho por su color y tono nostálgico.
Por cierto, te hemos 'sustraido' la portada del 'Vívora' de tu última entrada, lo pensabamos poner en la explicación de las imagenes (que aún no hemos podido poner) pero dicho queda.
Recibe un cordial saludo que se va para Barcelona con todo nuestr afecto.

Jesús Duce dijo...

Por si es de vuestro interés, os pongo aquí dos enlaces sobre la versión en inglés del "Encuentro nocturno" de Torres.

http://grantbridgestreet.blogspot.com/2009/06/ray-bradburys-night-meeting-by-daniel.html?zx=2c2b07f2c2a7219e

http://www.ninthart.org/display.php?article=906

CHT-CÓMIC-HISTORIETAS-TEBEOS dijo...

JESUS DUCE:
Bradbury es un autor que tiene la extraña virtud de hacer aparentar como normal lo que es absolutamente imposible. Al igual que Kafka o Garcia Marquez son capaces de hacer pensar al lector que lo que ponen en sus libros no solo es plausible, sino completamente cierto. Claro que el primero lo pone desde el absurdo de la vida cotidiana, el segundo desde lo fantástico de la realidad tercermundista y Bradbury desde los aromas de la nostalgia ¡del futuro! (nada menos).
Por cierto, que Bradbury esta ligado al mundo del cómic y consisguió que Foster le regalara dos originales sin conocerle personnal ni literariamente.
Muchas gracias por los Link y un abrazo para Zaragoza.

PD: Voy a ver si arreglo la letra del maldito XML de alguna manera...

Anónimo dijo...

Sé que es un imposible, pero cuando vi esa historieta hace años pensé que sería un gozo inigualable ver una adaptación completa de "Crónicas Marcianas" a cargo de este dibujante fuera de serie.

Teo dijo...

Estupenda reseña.

Anónimo dijo...

Muy bien todo y eso pero... ¿Daniel Torres lo sabe?
Es decir. ¿Le pidieron permiso?

Alberich el Negro dijo...

¡¡¡Cuidado!!! Ya está aquí don Eduardo...

¡Dios, qué cáncer...!

CHT-CÓMIC-HISTORIETAS-TEBEOS dijo...

ANÓNIMO:
En nuestra opinión si Daniel Torres hubiera continuado por ese camino, hoy en dia tendriamos uno de los grandes creadores a nivel continental. Pero es perfectamente comprensible que fuera evaporándose del cómic por la situación en la que se encuentra el medio y no solo en España.
En cuanto al siguiente tema (creemos que es del mismo anónimo) nos remitimos a lo que ponemos en el encabezado de este blog.
Un cordial saludo.

CHT-CÓMIC-HISTORIETAS-TEBEOS dijo...

TEO:
Muchas gracias.